miércoles, 9 de octubre de 2013
Te odio.
lunes, 7 de octubre de 2013
El árbol.
Buenas noches, buenos tardes,
buenas días, buena vida.
Yo les contare un relato que se
matiza con el sentir de una quimera, si una quimera ese ser mitológico que
según se son tres animales en uno solo, la quimera de la que hablare se llama
Kokoro: la mente, el espíritu, el sentir, todos ellos forman el Corazón o
Kokoro. Esto Inicia:
Un árbol, muy grande, frondoso,
de tallo ancho, ramas largas y verdes, vivía muy tranquilo en una montaña
lejana, la cual era visitada por el sol el cual le regalaba mucha luz para que
sus ramas y hojas se fortalecieran, a su vez el árbol danzaba para el sol
cuando este se iba ocultando, danzaba con sus ramas y con la brisa, le decía
gracias, gracias querido amigo sol por la energía que me das, entonces el sol
cerraba sus parpados y dormía. Pero aquel árbol añoraba cada día la llegada de
la noche, esa noche apacible, solitaria, deslumbrante, serena, melancólica;
esperaba su llegada ya que estaba muy enamorado de una estrella, una dulce
estrella que desde el infinito del espacio
lo saludaba y sonriera todas la noches, esa luz que emanaba lo dejaba
seducido a delirar por aquella luz, deseaba poder abrazarla con sus frondosas
ramas, imaginaba que ella decencia del
cielo y lo abrazaba donde cada uno contaba sus historias, divagando en un
futuro cercano, donde ambos Vivian en armonía, esa armonía que el árbol sentía
cada vez que la vía, el Kokoro del árbol se fortalecía cada noche, tan solo con
verla, tan solo con contemplarla, la luz que ella ofrecía era más que
suficiente para fortalecer el amor de ambos.
Un día el árbol le conto al sol sobre
el amor que profesaba por aquella dulce estrella, el sol le propuso que en su
gran torso tallara la forma de la estrella con el nombre de esta en el medio,
esto podría permitir que la estrella bajase una vez cada año y estuviesen
juntos toda una noche; el árbol se emocionó por aquella noticia y accedió a
tallar la forma de la estrella, llamo a las aves que rondaban por la montaña, a
los azulejos, los ruiseñor, y los
toches, para que le ayudasen en la misión, día tras día las aves se quedaban en
la copa del árbol esperando la salida de la luna y cuando veían la estrella
empezaban a tallar con sus picos la forma de aquel astro, la labor tardo varios
días, hasta que una madrugada donde el so empezaba a salir, las aves cantaron
Hemos terminado, el dibujo de tu
amada, que ahora vive en tu corazón.
El árbol les agradeció
profundamente por aquella obra de arte que vivía en su torso. Muy feliz saludo
al sol haciéndole una venia y manifestándole, ¡mira, mira, amigo sol, ya tengo
la figura de mi amada en el torso, en verdad es muy bella! El sol afirmo que
esa era el vivo retrato de la estrella, pero se cuestionó una duda:
Amigo árbol, veo que aun te falta
un detalle muy importante,-un detalle cual sería gran sol-falta el nombre de la
estrella en el medio del dibujo, acaso no sabes aun el nombre de ella? El árbol
quedo consternado al oír aquella duda, pues en realidad nunca le había
preguntado el nombre a la estrella. El sol le dijo debes apresurarte a indagar
el nombre de ella ya que se aproxima una lluvia estelar que durara 3 años, y
tal vez no la vuelvas a ver, o la confundas con la infinitud de tanta luz que
vivirá en el espacio.
El árbol sintió que ese día fue
eterno, contaba las horas, minutos, segundos, deseando que ya fuese de noche y
así poder ver la noche y por supuesto verla a ella.
El sol se despidió del árbol como
habitualmente lo hacía, la noche, por fin llego exclamo el árbol y allí estaba
ella tan dulce, serena y brillante como siempre, el árbol le pregunto:
Amada mía dime tu nombre, oh
amada mía…
Pero la estrella no escuchaba sus
palabras, la lejanía entre ambos era muy grande; entonces el árbol grito y
grito
Amada mía dime tu nombre, oh
amada mía, pero fue en vano aún no se alcanzaba a oír sus palabras.
El árbol se sentía muy
consternado y triste, la estrella desde su espacio también manifestó tristeza,
tal vez deseaba oír las palabras del árbol. Los días pasaron, los meses se
acumularon y cada noche aquel árbol gritaba dulcemente al espacio por el nombre de su amada, pero
solo escuchaba el silencio absoluto del infinito. El árbol empezó a perder
color, a perder su frondosidad, a debilitarse a causa de ese amor imposible,
pero él no se rendía y cada noche susurraba al cielo por el nombre de su amada,
susurraba ya que su voz se estaba apagando.
Entonces llego la lluvia estelar
y vio millones de estrellas danzar, la luz de ellas era muy cálida y en ocasiones
el sentía que su amada estrella lo abrazaba con aquella luz.
El sol muy preocupado por la vida
del árbol, hablo con la luna y elaboro un plan para poder comunicarse con ella,
le dijo amiga luna necesitamos hablar, requiero que por favor indaga el nombre
de una estrella en especial, una estrella que vive en tu infinito espacio, está
muy cerca de ti, la luna pregunto es la estrella que nuestro amigo árbol tiene
tallada en su tallo, ¡si es esa misma! Pero debemos apurarnos, la vida de
nuestro amigo árbol se extingue por la pena de no saber el nombre de su amada,
pero la luna agrego, amigo sol, yo puedo averiguar el nombre de la estrella
pero debo susurrarte el nombre a tu oído, pues si lo grito todo el espacio
quedaría enamorado al oír el nombre de
ella, el problema es que para volver a estar cerca de ti debemos esperar el
próximo eclipse solar que será dentro de 4 años, la luna le pregunta al sol, ¿nuestro amigo árbol
podrá esperar ese tiempo para conocer el nombre de su amada? El sol afirmo que sí.
Cuando la luna empezaba a salir,
el sol le comento al árbol la travesía que debía esperar, el árbol con sus pocas fuerzas
agradeció el favor e intención de su amigo sol y manifestó que esperaría 4 años
más por conocer el nombre de su dulce amada.
Los años pasaron, donde al árbol
le contaban cosas tristes de su estrella, fueron días de pena, meses de
dificultad, pero siempre vivía el deseo por amarla, eso lo fortalecía, los
cometas que rara vez pasaban por el cielo le decían tu amada estrella aguarda
pacientemente por ti, no desfallezca, ella también te ama. Aquellos mensaje
fortalecían las raíces del árbol generando que este volviese a ser grande,
fuerte y frondoso, y sin darse cuenta los 4 años había pasado, y el eclipse
solar se dio, la luna poco a poco se fue acercando al sol, el árbol miraba muy
atento cada movimiento de ella, el sol esperaba paciente poder estar frente a
la luna y oír el susurro del nombre de ella, y así fue la luna estaba frente al
sol y en cuestión de segundos le susurro y en otro segundo empezó a marcharse
lentamente como llego.
El árbol estaba muy emocionado,
esperaba con ansias escuchar el nombre de su amada, entonces el sol le dijo, no
diré el nombre de la estrella, lo escribiré en tu regazo, así más nadie sabrá
como se llama y por fin ustedes podrán estar juntos. El sol empezó con su luz a
escribir el nombre de su amada en medio del dibujo de ella, desde la distancia
y con sus rayos tenues, escribió letra por letra, cuando acabo le dijo espera
un poco más hasta que la luna pueda alumbrar en tu torso y leas el nombre de
ella, y así al pronunciarlo ella bajara por ti.
El sol espero unas horas más y
cuando la luna alumbro el firmamento el nombre de su amada se revelo ¡MAPU! Oh
amada mía, ven por mí, estoy esperando tu llegada, desde hace tanto tiempo,
¡MAPU! Te amo. Y la estrella al oír esos verso bajo de su cielo y abrazo al árbol,
lloraron juntos, rieron, se contemplaron, pero sobre todo se amaron por
siempre.
Se dice que desde esa noche la
estrella no retorno al cielo, que vive impregnada en el torso del árbol, que
muy pocos han visto ese amor, que muy pocos saben lo que esperar por el ser amado, muy pocos han
vivido una espera y esos pocos son lo que pueden contemplar el árbol que con
sus ramas abraza a la estrella que habitad y vive dentro de él.
Por eso yo les pido que no desfallezcan,
cuando se trata de luchar por ese ser querido, así pase el tiempo el sentir si
es verdadero no morirá, renacerá, y será un solo sentir, mente, alma, amor,
Kokoro. Además los amantes podrán reunirse y ser felices para siempre o en la
brevedad de un cálido y afectuoso cuento.
FIN.
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